Una cabaña solitaria cerca del lago

Tendencias

¿Qué pasaría si no necesitáramos ciudades?

Con el surgimiento de la superconectividad y un mayor número de personas valoradas fuera de las grandes urbes del mundo, es posible que muy pronto estemos viviendo y trabajando en cualquier lugar. La futuróloga Sabrina Faramarzi nos informa.

 

Imagine esto: vive en una hermosa cabaña, en un pintoresco y silencioso municipio, cerca de un bello lago o quizás en las montañas o en una playa. Su traslado al trabajo ya no es estresante ni frustrante durante las horas pico, sino más bien una placentera caminata de 16 minutos. Al final del día de trabajo, llega a casa con tiempo suficiente para pasar la tarde con su familia y amigos, o quizás para disfrutar de su pasatiempo favorito. Ha logrado alcanzar la cosa más rara: el equilibrio entre el trabajo y su vida personal.

No, no se ha jubilado, no está desempleado, su empresa no lo ha cambiado a otro sitio y tampoco ha sido trasladado a un puesto de menor rango. Por el contrario, está viviendo en un mundo donde el trabajo flexible realmente es la norma. La contaminación y el ajetreo de la ciudad (por mucho tiempo considerada el único lugar para hacer negocios) son solo recuerdos y surge la siguiente pregunta: ¿por qué no hicimos esto antes?

Tener una carrera exitosa (o cualquier otra carrera en algunas industrias), con frecuencia se ha basado en vivir y trabajar en una ciudad: generalmente la capital. Pero, conforme se queda establecida una revolución flexible, las personas están desafiando este estatus quo. ¿Por qué debemos vivir en las ciudades cuando existe todo un mundo afuera?

Pasión por las grandes ciudades

Regresemos a la realidad por un instante. Según las NU, para el 2030 dos tercios de la población del mundo estará viviendo en las ciudades (1). De hecho, para el 2030, es muy probable que estas sean megaciudades, definidas como una población de más de 10 millones de personas. En 2017, ya contábamos con 47 megaciudades en existencia, siendo las más grandes las áreas metropolitanas de Tokio, Shanghái y Yakarta (2).

Pero estas megaciudades incluyen problemas. Aunque existe una mayor oportunidad de trabajo para las personas, la problemática de tener una casa a un precio razonable aumenta. La elección de los trabajadores es tener una vivienda de baja calidad en una costosa ciudad o convertirse en un "superviajero" que vive fuera de la ciudad y transportarse durante 90 o más minutos para ir al trabajo todos los días (3).

Hay muchos estudios que demuestran el costo que ambas opciones generan para una persona, una empresa y para la sociedad en general. Es un futuro potencialmente preocupante para los trabajadores y para las sociedades de todo el mundo.

¿Qué pasaría si existiera otra opción?

Ciudades y satélites secundarios

Es importante reconocer que las predicciones que vaticinan el crecimiento de las megaciudades y una mayor urbanización en todo el mundo son solo eso: predicciones basadas en los hábitos y recursos actuales. Pero no necesariamente tiene que ser así. De hecho, las dificultades inherentes en las mega ciudades ya están obligando a las empresas a replantear su estrategia. Por lo tanto, está surgiendo un futuro laboral más positivo y más democrático.

Nuestra respuesta ha sido un renovado interés por las ciudades satélite; ahora no son necesariamente una opción de segunda mano, sino más bien, una alternativa a las dificultades que las megaciudades imponen actualmente tanto a las personas como a las empresas.

Las ciudades satélite son ciudades más pequeñas que se encuentran fuera de las grandes urbes, un concepto de planificación urbana que se utiliza para diferenciar a los suburbios. En lugar de una dispersión urbana, las ciudades satélite ofrecen a las empresas la opción de aprovechar mejores entornos de trabajo y empleados rejuvenecidos, liberados de los largos traslados.

Otra opción es una "ciudad secundaria", usualmente la segunda ciudad más grande después de la capital. Estas se están desarrollando como lugar en boga de los expertos milenials y los trabajadores a distancia, que disfrutan del ajetreo y del ritmo que las grandes ciudades les brinda, pero sin un costo excesivo.

En Europa, ciudades como Porto en Portugal y Gotemburgo en Suecia están experimentando una afluencia de empresas y trabajadores que buscan aprovechar su infraestructura establecida y la promesa de tener un equilibrio entre la vida laboral y personal. El caso de Aarhus en Dinamarca (denominada la nueva Copenhague), que fue coronada como la capital europea de la cultura en 2017, muestra que las artes, frecuentemente el motivo de las personas para visitar las ciudades, podrían distribuirse de manera más uniforme para brindar mejor servicio a otras comunidades.

Una ciudad bulliciosa durante la noche

Los días de las megaciudades podrían estar contados

 

Conectividad por compromiso

Sin embargo, aunque las ciudades satélite y las ciudades secundarias ofrecen una alternativa atractiva a las megaciudades, existe el peligro de que puedan sufrir eventualmente el mismo destino. ¿Entonces qué opción tenemos? ¿Realmente necesitamos reunirnos en los centros?

En el libro de Parag Khanna, Connectography, se prevé un futuro de civilización global basado en la esencia de la conectividad. “La conectividad, no soberanía, ha llegado a ser el principio de organización de la especie humana", comentó en la conferencia TED de 2016(4). “Nos estamos convirtiendo en una red global de civilización porque literalmente la estamos construyendo”.

Tiene razón. El mundo ahora está más conectado que nunca, en términos no solo de las comunicaciones sino también de energía y de recursos globales interdependientes. Al aceptar la idea de que la ciudad es la única forma de establecer negocios globales y tener trabajadores de gran capacidad, no hemos visto las oportunidades existentes afuera de la misa.

A través del surgimiento del trabajo flexible y de las tecnologías que lo respaldan, podríamos comenzar a desestabilizar la exaltada posición de una ciudad. La nube y la tecnología 5G están transformando el Internet y las comunicaciones, lo que significa que podemos trabajar desde prácticamente cualquier parte del mundo.

Recodificación de la sociedad

Es la visión de un prometedor futuro. ¿Qué tanto la nube puede mejorar nuestras empresas si pudiéramos seleccionar el talento entre un grupo de personas establecido fuera de nuestros límites? ¿Qué tan distintas serían nuestras carreteras sin la enorme cantidad de tráfico cada día? ¿Qué tan limpio podría ser nuestro aire? ¿Qué tan felices podríamos ser como trabajadores?

Al replantearnos dónde trabajamos, podemos recodificar la sociedad. Trabajar cerca de casa en nuestras comunidades locales podría abrir la oportunidad de ofrecerse como voluntario, pasar más tiempo de calidad con nuestras familias, volver a conectarnos con nuestros amigos y conocer a las personas de nuestra comunidad.

Además, con una población redistribuida en todos los países, la riqueza podría incluso distribuirse de forma más equitativa, transformando la forma en que los servicios públicos, incluidos la policía y el cuidado de la salud, son financiados y cómo sirven a la comunidad.

Podría sonar ideal, pero no irreal. El trabajo flexible está haciendo posible cada vez más esta democratización del trabajo y de oportunidades. Tenemos un mundo en donde la vivienda es asequible, su traslado al trabajo (corto) es placentero, su equilibrio entre la vida y el trabajo está bien balanceado y a usted, a su familia y a su comunidad cada vez les va mejor. Porque, siempre y cuando estemos conectados, no importa realmente dónde trabajemos.

 


Sabrina Faramarzi es una futuróloga, periodista y especialista en tendencias establecida en el Reino Unido

Fuentes:

(1) https://apnews.com/40b530ac84ab4931874e1f7efb4f1a22

(2) https://en.wikipedia.org/wiki/Megacity

(3) http://www.pewtrusts.org/en/research-and-analysis/blogs/stateline/2017/06/05/in-most-states-a-spike-in-super-commuters

(4) https://youtu.be/i_y5gbEQPvw